Obtenida de los residuos de la industria forestal, como el aserrín y la viruta.

Durante el crecimiento de los árboles, estos absorben el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera a través de la fotosíntesis. Un alto porcentaje del CO2 se fija en la madera y una fracción mínima del CO2 total, se libera al quemar los pellets para producir calor.  A diferencia de los combustibles fósiles, el uso de pellets de madera como energía, otorga un balance positivo de CO2 en su proceso; es decir, que no contribuye a un aumento neto de CO2 en la atmósfera.

Los pellets de madera tienen un alto contenido energético, 4500 kcal/kg y en conjunto con su bajo nivel de humedad (13%) y cenizas (<0,5%), son considerados la biomasa más eficiente a la hora de producir calor. Esto los convierte en una alternativa económica y sostenible en comparación con otros combustibles convencionales.

Su alta densidad (750 kg/m3), permite reducir los movimientos logísticos, en comparación con el uso de combustibles convencionales, colaborando así con la reducción de las emisiones de carbono generada por los traslados. Los distintos formatos del producto (granel y bolsas de 3 a 15 kg) permiten comercializar a nivel masivo; promoviendo el consumo en grandes volúmenes, como en el caso de las industrias y los sectores domésticos.